lunes, 13 de octubre de 2008

No direction home

Subo este texto con la esperanza de completarlo más tarde. No me gusta ni mucho ni poco, últimamente sólo escribo inconexos.

No direction home

La mañana era reveladora. El frío y la niebla, unidas al vaho de su aliento y a las luces todavía inertes de la ciudad no podían si no ser descritas como el hechizo que rodea los perfumes de una partida turbulenta. Avanzó calle abajo paladeando amargamente su despedida, sorprendido por que esta fuera como siempre la había imaginado; más un deslizarse furtivo, que la bendición de una madre y un abrazo.
Llegó finalmente a la estación de tren, enfrascado en estos y otros tantos pensamientos de igual color y siniestra pincelada. Empujado por el frío, se refugió en un café a la espera de las 7:30. El local despedía una esencia romántica pasada ya de moda. Tan sólo contaba con dos mesas para atender a toda la clientela, así como una larga barra tras la cual se encontraba una recién fregada cafetera, una radio, y su malhomorado dueño. De no haber encontrado a aquel hombre con el delantal puesto, haría apostado que aquel hombre era marinero; su melena, teñida de canas, se recogía a si misma tras la calva que lucía sobre la frente, dejando libres sus ojos bajo los cuales crecía una barba mal cuidada. Sus manos y su rostro parecían realmente curtidas por el salitre y el frío, exactamente como recordaba las de los viejos marineros que jugaban a las cartas en las terrazas de los bares próximas al puerto hasta bien entrada la madrugada. Curioso, pensó.
Removió el azucar con la cuchara, y acercó los labios a la taza para comprobar la temperatura del café. Nuevamente pensó en la madre... Pensó en este y en todos los tormentos que al hombre le toca sufrir por haber nacido. Pensó en ellos mucho rato, hasta que la pequeña radio vino a despertarle de su ensueño. Bob Dylan.

Apuró su café y dejó el dinero sobre la mesa. No necesitó buscar el anden, pues también éste estaba donde se lo había imaginado. Se preguntó hasta que punto eran reales sus sueños, en los que sus fantasías premonitorias se revelaban más tarde como auténticas revelaciones acerca del futuro. Tal vez estaba perdiendo la cabeza.
Cuando se dispuso a subir al tren, canturreó:
-Like a rolling stone...- .

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Sí señor!