Ni - ν
En otro tiempo, con frecuencia había levantado la cabeza al ver pasar el autobús veinticuatro, y más tarde, con el mismo gesto, había seguido con la mirada perdida el veintiuno. Sin ser apenas consciente de ello, rasgueó tonos menores en su guitarra.
Aquella noche del veintiuno de junio, la luna era la representación simbólica del deseo extraño que en sus sonetos, trataban de retratar todos los poetas. Aunque no podía verla, la luz y la sombra proyectada sobre los patios delataban su presencia, revelando entre sus rayos nacarados una tierra prometida, y tres brillantes carabelas.
Deseaba sentir de nuevo que sus ojos podían rascar los acordes. Llevar el ritmo con los pies, y hacer que sus cuerpos dejasen de ser dos canciones. Oler la música en su pelo, buscar la rima en sus rincones... Empañar los pentagramas, con sudor de mil razones.
Deseo... ¡Deseo! Retumban tras tu pecho corazones.
Vertió sobre la noche tres inocentes palabras;
escapadas de sus labios, tras la luna se enredaban.
Subió la hiedra al alto muro,
para poder desde el cielo mimarlas...
La luz del foco iluminaba su rostro, revelando una expresión de desconcierto.
Moría de ganas de besarla.
Rey Escarabajo (si tu, si yo)
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