domingo, 20 de julio de 2008

Mi

Mi - μ

El fuego, la tierra, el agua y el árbol eran entonces los ingredientes principales que conformaban un bosque del todo surreal. Mientras oteaba el paisaje, disfrutaba del trance que éste le provocaba; inundando su mente de tormentas avivadas por la necesidad primaria de elevarse hasta volar.
Demasiado humano.
Impulsado por la curiosidad, comenzó a caminar.

Comprendió el mensaje que sus pupilas formulaban muy poco antes de que sus lenguas, húmedas de saliva y alcohol, se jurasen ante sí mismas que de aquella locura enamorada surgiría un crisol donde tallar corazones a navaja.
Comprendió, y desde la más pequeña fracción de su cuerpo a la más abstracta conjetura de su cabeza, se volcó apasionado en la construcción de la falacia más sincera.
¡Huerto de olivos, y espinas trenzadas de pureza!
Sin Santo de consentimiento, indómita rie la franqueza; un mar embravecido, con las olas de canela... ¡Jamás verán sus costas ni mensajes ni botellas!
Cuanto se parece al amor, y que póco a la decadencia...

La noche traía consigo una tregua.

Rey Escarabajo (A mi madre)

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