jueves, 10 de abril de 2008

Alfa

Reflexiones, historias contadas en forma de capítulos. Para conocer el misterio de Abraxas, el pájaro debe romper primero el huevo, así que estos son los pedazitos de cáscara que quedan por el suelo. Que aprovechen, al que le aprovechen.
Un saludo.


α - Alfa

Estaba en blanco. Totalmente.
Si le hubieseis forzado a decir que era aquello que le rondaba la cabeza, hubiese mentido, o hubiese desviado la mirada; estaba realmente perdido. Horas atrás le había poseído un demonio totalmente distinto, horas atrás había sido su mejor y más querida proyección mental, un triunfador, un espíritu guía dispuesto a la mayor de las mayores proezas. Pero ahora estaba en blanco. Y yo me preguntaba porqué.
No comprendía en absoluto. No tenía ganas de dormir, ni de quedarse despierto. ¿Que había sucedido? -recordó- le había sucedido algo curioso hacía pocas horas. Le pareció interesante al reflexionar, discernir entre lo curioso y lo banal. Pensó como todos los días se levantaba como suele hacer la gente, más o menos con el sol, salía a la calle y dejaba las cosas correr a su alrededor, preocupándole tan sólo la metafísica y sus encantos. Era joven. El resto de la gente, adueñada de sus instintos particulares, circulaba por todas partes, mezclándose, conociéndose, trabajando, riendo, muriendo. Porque moría gente a todas horas, y a el le parecía, más o menos, de puta madre.
Le era muy difícil describir todo aquello, y aún a día de hoy le parece una causa esquiva, un concepto demasiado abstracto o perfecto para una mente como la suya. Lo que los humanos llamamos la vida.
Pues bien, reflexionó sobre cómo en medio de este mar rugiente unas burbujas parecían ser de colores diferentes a las demás. Y una de esas burbujas, se cruzó con él. En la carretera.
Salió de su piso y se apartó el pelo de la cara, comenzó a caminar por la acera, y al cruzar la calle un coche frenó en seco a su lado. “¡Ooostia puta!” -pensó-. Juntó las manos a modo de disculpa, y sonrió mirando para el conductor. Al fijar la vista, a través del sol reflejado en el parabrisas, se sorprendió al encontrar otra sonrisa, mucho, mucho más bonita que le devolvía la conductora del coche.
La verdad es que apenas la recuerda, y unos minutos más tarde la olvidó, pero al momento le impactó; le pareció algo terriblemente bello y deseable, se fundieron los conceptos del amor y del sexo, se encarnaron en unos labios de mujer, y se curvaron ligeramente para causar en su cerebro un duro golpe, un recuerdo.
Todo esto parece una tontería dicho así, pero para él no lo fue. Siempre hay quien no lo comprende, siempre hay quién no se preocupa de los detalles, pero en aquella cabeza, los detalles eran los que conformaban la linea sobre el mapa, eran los actores sobre el telón de fondo, que daban un significado al teatro y a la brújula, mucho más allá del norte o del aforo. Eran la vida; lo eran todo. O casi todo, porque una pequeña parte seguía para él siendo un misterio cruel y maravilloso.

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