Menos mal que todo lo relatado son ficciones...
Un saludo.
β – Beta
Show me the way to next little girl... O capítulo dos.
Sucede que a menudo a las personas les ocurren determinadas cosas, se encuentran en determinadas situaciones o perciben los estímulos concretos que conforman la puerta que comunica con la revelación. De esta forma, consiguen situarse en su propio contexto y, por medio de un cálculo no siempre meticuloso consiguen establecer sus metas y sus fines, olvidando el ruido de fondo, centrándose en la tarea que les ocupa y, repitiendo el proceso cuanto sea necesario, se dirigen, tranquilos y decididos, hacia el día en que se mueren. Es un fenónemo común a todo el mundo, y hasta cierto punto, volviendo a nuestro caso particular, se puede decir que este acontecimiento jugaba en su favor.
Un pensamiento espantósamente urgente se había situado en lo alto de la tabla, algo para lo que nunca había estado preparado y que en aquel momento parecía ser la respuesta y la causa de aquel estado de absurda fatalidad.
Le dió por recordar. Y recordó que, en un par de ocasiones, en largas charlas sobre la existecia sostenidas con diferentes amigos y conocidos, le habían acusado de amar la vida. Inconscientemente, suponía, y no por hacérsele insufrible, si no por el simple hecho de que nunca se planteaba esa pregunta al parecerle ésta otra causa perdida. En cualquier caso, ése era un hecho, y en una ocasión, le habían dicho lo siguiente: Si realmente deseas amar, es que aceptas encantado las reglas de la vida.
El asunto en sí le hizo pensar bastante, y lo aceptó sólo a medias, dividió su cerebro para dar cabida a esa idea y lo consideró, más bien, como una posibilidad más entre tantas otras. Una posibilidad poética, romántica y hermosa. Irresistible. Así pues, no la aceptó plenamente. Al tener miedo de la certeza y al no sentirse preparado para ella, la dejó tal cual vino, a salvo en su mente, como una foto que conservamos con especial cariño, y dejó correr el tiempo sobre su color.
Siendo claros, y volviendo a la historia, se dió cuenta de su falta de amor. Aquel anhelo sostenido en secreto tanto tiempo por su subconsciente, sucumbió al gesto femenino, se abrió para sí y se hizo dueño del momento. Y al tiempo, el recuerdo de aquellas palabras amigas acudió desde dentro a una llamada, uniéndose en uno los dos conceptos, y forzando con ello una situación nueva, una perspectiva hermosa, intrigante y desesperada.
Así fue su revelación.
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