Ni - ν
En otro tiempo, con frecuencia había levantado la cabeza al ver pasar el autobús veinticuatro, y más tarde, con el mismo gesto, había seguido con la mirada perdida el veintiuno. Sin ser apenas consciente de ello, rasgueó tonos menores en su guitarra.
Aquella noche del veintiuno de junio, la luna era la representación simbólica del deseo extraño que en sus sonetos, trataban de retratar todos los poetas. Aunque no podía verla, la luz y la sombra proyectada sobre los patios delataban su presencia, revelando entre sus rayos nacarados una tierra prometida, y tres brillantes carabelas.
Deseaba sentir de nuevo que sus ojos podían rascar los acordes. Llevar el ritmo con los pies, y hacer que sus cuerpos dejasen de ser dos canciones. Oler la música en su pelo, buscar la rima en sus rincones... Empañar los pentagramas, con sudor de mil razones.
Deseo... ¡Deseo! Retumban tras tu pecho corazones.
Vertió sobre la noche tres inocentes palabras;
escapadas de sus labios, tras la luna se enredaban.
Subió la hiedra al alto muro,
para poder desde el cielo mimarlas...
La luz del foco iluminaba su rostro, revelando una expresión de desconcierto.
Moría de ganas de besarla.
Rey Escarabajo (si tu, si yo)
martes, 22 de julio de 2008
domingo, 20 de julio de 2008
Mi
Mi - μ
El fuego, la tierra, el agua y el árbol eran entonces los ingredientes principales que conformaban un bosque del todo surreal. Mientras oteaba el paisaje, disfrutaba del trance que éste le provocaba; inundando su mente de tormentas avivadas por la necesidad primaria de elevarse hasta volar.
Demasiado humano.
Impulsado por la curiosidad, comenzó a caminar.
Comprendió el mensaje que sus pupilas formulaban muy poco antes de que sus lenguas, húmedas de saliva y alcohol, se jurasen ante sí mismas que de aquella locura enamorada surgiría un crisol donde tallar corazones a navaja.
Comprendió, y desde la más pequeña fracción de su cuerpo a la más abstracta conjetura de su cabeza, se volcó apasionado en la construcción de la falacia más sincera.
¡Huerto de olivos, y espinas trenzadas de pureza!
Sin Santo de consentimiento, indómita rie la franqueza; un mar embravecido, con las olas de canela... ¡Jamás verán sus costas ni mensajes ni botellas!
Cuanto se parece al amor, y que póco a la decadencia...
La noche traía consigo una tregua.
Rey Escarabajo (A mi madre)
El fuego, la tierra, el agua y el árbol eran entonces los ingredientes principales que conformaban un bosque del todo surreal. Mientras oteaba el paisaje, disfrutaba del trance que éste le provocaba; inundando su mente de tormentas avivadas por la necesidad primaria de elevarse hasta volar.
Demasiado humano.
Impulsado por la curiosidad, comenzó a caminar.
Comprendió el mensaje que sus pupilas formulaban muy poco antes de que sus lenguas, húmedas de saliva y alcohol, se jurasen ante sí mismas que de aquella locura enamorada surgiría un crisol donde tallar corazones a navaja.
Comprendió, y desde la más pequeña fracción de su cuerpo a la más abstracta conjetura de su cabeza, se volcó apasionado en la construcción de la falacia más sincera.
¡Huerto de olivos, y espinas trenzadas de pureza!
Sin Santo de consentimiento, indómita rie la franqueza; un mar embravecido, con las olas de canela... ¡Jamás verán sus costas ni mensajes ni botellas!
Cuanto se parece al amor, y que póco a la decadencia...
La noche traía consigo una tregua.
Rey Escarabajo (A mi madre)
sábado, 5 de julio de 2008
Lambda
Lambda - λ
Caminaba a paso rápido, rozando con las manos las hojas que poco a poco quedaban atrás, conformando el camino de vuelta. La estrechez del sendero provocaba en sus ojos una sensación extraña, similar a la que se tiene cuando se está de viaje, o cuando el tiempo corre tan lento que en cualquier momento puede empezar a contar hacia atrás.
Una sensación de irrealidad difícilmente descriptible; los poemas se alejaron, y él no los fue a buscar.
Caminó hasta la noche, pensando que buscaba algo más.
Sexo, sexo, sexo saturando el aire de humedad; buscaba el roce a la mano, y la guerrilla al batallar, llamaba a todas las puertas, buscando como un lóco lo que sólo un loco fué capaz de imaginar... Se vió cortando margaritas, para luego volverlas a plantar.
¡Al diablo los sonetos! Si entre cuarteto y cuarteto, nos cobran diez caricias por pasar.
Tan sólo dos almas para crear un mar sobre sol encharcado, y gaviotas huyendo de peces que las quieran cazar; ¡Luz con un tajo en las tripas, brotando de su mano oscuridad!
Eran infinitas las maneras con las que se puede expresar, contradiciéndose las unas a las otras de una forma deliciosamente magistral. Era norte y sur, era un echarse a correr, sin tan siquiera empezar a caminar.
¿Se vería obligado a...? No, jamás querría hablar de amar.
¡Era muchísimo más!
Rey Escarabajo (Una blusa con nudo en el pecho...) 4-06-08
Caminaba a paso rápido, rozando con las manos las hojas que poco a poco quedaban atrás, conformando el camino de vuelta. La estrechez del sendero provocaba en sus ojos una sensación extraña, similar a la que se tiene cuando se está de viaje, o cuando el tiempo corre tan lento que en cualquier momento puede empezar a contar hacia atrás.
Una sensación de irrealidad difícilmente descriptible; los poemas se alejaron, y él no los fue a buscar.
Caminó hasta la noche, pensando que buscaba algo más.
Sexo, sexo, sexo saturando el aire de humedad; buscaba el roce a la mano, y la guerrilla al batallar, llamaba a todas las puertas, buscando como un lóco lo que sólo un loco fué capaz de imaginar... Se vió cortando margaritas, para luego volverlas a plantar.
¡Al diablo los sonetos! Si entre cuarteto y cuarteto, nos cobran diez caricias por pasar.
Tan sólo dos almas para crear un mar sobre sol encharcado, y gaviotas huyendo de peces que las quieran cazar; ¡Luz con un tajo en las tripas, brotando de su mano oscuridad!
Eran infinitas las maneras con las que se puede expresar, contradiciéndose las unas a las otras de una forma deliciosamente magistral. Era norte y sur, era un echarse a correr, sin tan siquiera empezar a caminar.
¿Se vería obligado a...? No, jamás querría hablar de amar.
¡Era muchísimo más!
Rey Escarabajo (Una blusa con nudo en el pecho...) 4-06-08
jueves, 3 de julio de 2008
Kappa
Kappa - κ
Por aquel entonces, la ambigüedad en la que vivíamos se había resquebrajado poco a poco con la llegada de la por entonces única verdad que conocíamos:
El dia destruía las noches, pero la noche dividía los días.
El pulso acelerado y el nervio empapado en la espalda se habían puesto de acuerdo.
* * *
Aquel día decidió encaminarse al desierto.
¡Esperanza!
Las dunas, el sol, y las tormentas seguirían combatiendo.
¡Siempre!
En el bosque, se vio asaltado por criaturas de preconocido aspecto.
¡Marcharos!
Y al llegar... inmóvil mar de cemento.
¡Imposible!
* * *
¿Cómo era que seguían combatiendo?
¡Imposible!
Por aquel entonces, la ambigüedad en la que vivíamos se había resquebrajado poco a poco con la llegada de la por entonces única verdad que conocíamos:
El dia destruía las noches, pero la noche dividía los días.
El pulso acelerado y el nervio empapado en la espalda se habían puesto de acuerdo.
* * *
Aquel día decidió encaminarse al desierto.
¡Esperanza!
Las dunas, el sol, y las tormentas seguirían combatiendo.
¡Siempre!
En el bosque, se vio asaltado por criaturas de preconocido aspecto.
¡Marcharos!
Y al llegar... inmóvil mar de cemento.
¡Imposible!
* * *
¿Cómo era que seguían combatiendo?
¡Imposible!
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