martes, 17 de junio de 2008

Iota

Iota - ι

Comenzó a escribir muy atento a la música.
Diez, nueve, ocho...
La melodía era hipnótica. Era la más afilada de las lenguas que posee el látigo de siete puntas.
Siete, seis, cinco...
¿Cuantas millas recorrería junto a ella? Hasta el espacio. Y más; si le fuese posible, encontraría una ruta sin final hasta el final de lo posible, y quizás, quizás... mucho más.
Cuatro, tres, dos...
Dejaría a su paso polvo de estrellas, pero no para su regreso, sino para aquella alma que aún, ignorante de todo aquello, despertarse para unirse consigo en su interminable trayecto.
Uno...
Pero sólo por un tiempo.
Zero.
Todo lo que empieza acaba, pensó en aquel momento.

¡Estar vivo era algo tremendo!

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