jueves, 8 de mayo de 2008

Delta

Delta - δ

Riders on the storm.

No tenía mucho tiempo para pensar. En realidad, no quería tenerlo.
Las voces eran atronadoras. Su cabeza parecía ser el epicentro de una gran cacofonía propiciada por las dudas, el miedo, y otras bestias nacidas para hacer sufrir a su cerebro. La culpa, la culpa por lo intrínsecamente propio, el ser corrupto desde el nacimiento estaba dentro de él, saturándolo todo de un perfume insoportable. Era el Pecado Original.
¿Cómo podría él defenderse? Lo común era la retirada; el desentenderse de tal carga era algo comunmente conocido como la felicidad. Ni le seducía ni le parecía plausible esta alternativa. No podría.
¡Esperanza!

* * *

Money for nothing.

Al despertarse aquel día le pareció que todo seguía exactamente igual, tal y como él lo había dejado. Y le parecía terrible; ¿no había confiado horas atrás en la esperanza?. Tal vez habría pedido un milagro, una súbita transformación del mundo y de su gente, una respuesta escrita sobre una pequeña nota en su mesilla de noche... Pero no, Todo seguía igual.
Pensó en gritar por la ventana, en saltar por ella, forzándo así el deseado milagro y descubriendo una pequeña parte de la mesa que se esconde bajo el mantel a cuadros. Correr por la calle, gritar por la maleza, o incluso, haciendo caso de aquel desgarrador verso, recortarse en punta las orejas. ¿Porqué no?. Nada tenía de raro ansiar un sentido físico de aquel disparate abstracto; por la contra, le hubiese gustado sangrar por la boca y las orejas, caerse al suelo y sufrir lentamente por vez primera en su piel aquello que día tras día le hacía sufrir sin dejar un rostro o emisario.
Nunca ocurría el milagro.

No hay comentarios: