No todas las metas están a nuestro alcance. Aunque deseemos algo y boguemos por ello, nos guardamos la clave que recogimos del árbol madre para ocultarla en los espacios ocultos que nos niegan la satisfacción de lo hayado. No siempre sabrás que necesitas, no siempre sabrás mirar suficientemente lejos. Bracear no sirve de nada cuando el mar contiene nuestro aliento.
Sumergidos de popa a proa en lo misterioso que guardan los océanos, lo azul es decorado y las gaviotas alimento. Tierra es nombre de deseo. Y nos sabremos gigantes narcotizados por el viento.
¡Ingenuos!.
viernes, 30 de julio de 2010
Acto 1
ACTO I
Escena 1
Dos personas están en una celda. Las paredes son de piedra azul, o negra. Una ventana con barrotes que no dan a ningún lugar, o al menos no entra la luz por ellos. Uno de los dos está sentado en un banco que cuelga de dos cadenas de la pared, el otro en la pared opuesta en el suelo. Apenas hay luz, la suficiente como para intuir una celda o un sitio en el que están encerrados. El que está sentado en el suelo (CALIFA1) sostiene un pitillo encendido. CALIFA2 viste una gabardina marrón que le llega hasta los pies, pero tiene las piernas cruzadas sobre sí mismas. CALIFA1 lleva pantalones blancos y un chaleco negro, con una camisa también blanca. Tiene una gorra de marinero y también tiene las piernas cruzadas.
Califa1
¿Donde consigues el tabaco?
Califa2
Nos lo traen todas las noches a través de la gatera de la puerta, mientras tú duermes.
CALIFA1
¿Quién?
CALIFA2
No lo se.
CALIFA1
Como nos cuidan, ¿eh?
CALIFA2
Como lo haría una madre...
El que está sentado en el banco enciende un pitillo mientras dice la última frase.
CALIFA2
¿Me vas a decir que te pasa?
CALIFA1
No lo sé.
CALIFA2
Si que lo sabes.
Califa1
No, no lo se. No tengo nada claro.
CALIFA2
¿Te gusta estar aquí?
CALIFA1
Claro.
CALIFA2
¿Porqué?
CALIFA1
Porque estoy contigo.
CALIFA2
(se ríe)
Eso es un poco estúpido por tu parte. No tienes que estar aquí, puedes salir cuando te apetezca.
CALIFA1
(pensativo, o triste)
No me apetece.
CALIFA2
(burlón, pero cariñoso)
¿Por mí?.
CALIFA1
Por los dos, si. Quiero estar aquí contigo y mientras no sepa que haré fuera no quiero salir.
CALIFA2
(ya serio)
Entiendo. Esperas que yo te diga que harás ahi fuera, pero yo no no lo se.
CALIFA1
No importa, aun así no quiero salir.
CALIFA2
Esto no importa en absoluto. Lo que hablemos, lo que sientas mientras lo hagamos, no importa, es tiempo perdido. No conducirá a nada, no aprenderás nada, no servirá de nada, de verdad.
CALIFA1
Aun así.
CALIFA2
¿Estás enfadado?.
CALIFA1
Sí.
CALIFA2
Entonces duerme, te hará bien.
CALIFA1
(apaga su pitillo)
No, no puedo.
CALIFA2
No tiene sentido que estés aquí. No haces más que dar vueltas repasando una y otra vez los mismos interrogantes.
CALIFA1
Aún así.
CALIFA2
Te vas a hacer viejo, ¿sabes?.
CALIFA1
Si.
Escena 1
Dos personas están en una celda. Las paredes son de piedra azul, o negra. Una ventana con barrotes que no dan a ningún lugar, o al menos no entra la luz por ellos. Uno de los dos está sentado en un banco que cuelga de dos cadenas de la pared, el otro en la pared opuesta en el suelo. Apenas hay luz, la suficiente como para intuir una celda o un sitio en el que están encerrados. El que está sentado en el suelo (CALIFA1) sostiene un pitillo encendido. CALIFA2 viste una gabardina marrón que le llega hasta los pies, pero tiene las piernas cruzadas sobre sí mismas. CALIFA1 lleva pantalones blancos y un chaleco negro, con una camisa también blanca. Tiene una gorra de marinero y también tiene las piernas cruzadas.
Califa1
¿Donde consigues el tabaco?
Califa2
Nos lo traen todas las noches a través de la gatera de la puerta, mientras tú duermes.
CALIFA1
¿Quién?
CALIFA2
No lo se.
CALIFA1
Como nos cuidan, ¿eh?
CALIFA2
Como lo haría una madre...
El que está sentado en el banco enciende un pitillo mientras dice la última frase.
CALIFA2
¿Me vas a decir que te pasa?
CALIFA1
No lo sé.
CALIFA2
Si que lo sabes.
Califa1
No, no lo se. No tengo nada claro.
CALIFA2
¿Te gusta estar aquí?
CALIFA1
Claro.
CALIFA2
¿Porqué?
CALIFA1
Porque estoy contigo.
CALIFA2
(se ríe)
Eso es un poco estúpido por tu parte. No tienes que estar aquí, puedes salir cuando te apetezca.
CALIFA1
(pensativo, o triste)
No me apetece.
CALIFA2
(burlón, pero cariñoso)
¿Por mí?.
CALIFA1
Por los dos, si. Quiero estar aquí contigo y mientras no sepa que haré fuera no quiero salir.
CALIFA2
(ya serio)
Entiendo. Esperas que yo te diga que harás ahi fuera, pero yo no no lo se.
CALIFA1
No importa, aun así no quiero salir.
CALIFA2
Esto no importa en absoluto. Lo que hablemos, lo que sientas mientras lo hagamos, no importa, es tiempo perdido. No conducirá a nada, no aprenderás nada, no servirá de nada, de verdad.
CALIFA1
Aun así.
CALIFA2
¿Estás enfadado?.
CALIFA1
Sí.
CALIFA2
Entonces duerme, te hará bien.
CALIFA1
(apaga su pitillo)
No, no puedo.
CALIFA2
No tiene sentido que estés aquí. No haces más que dar vueltas repasando una y otra vez los mismos interrogantes.
CALIFA1
Aún así.
CALIFA2
Te vas a hacer viejo, ¿sabes?.
CALIFA1
Si.
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