No todas las metas están a nuestro alcance. Aunque deseemos algo y boguemos por ello, nos guardamos la clave que recogimos del árbol madre para ocultarla en los espacios ocultos que nos niegan la satisfacción de lo hayado. No siempre sabrás que necesitas, no siempre sabrás mirar suficientemente lejos. Bracear no sirve de nada cuando el mar contiene nuestro aliento.
Sumergidos de popa a proa en lo misterioso que guardan los océanos, lo azul es decorado y las gaviotas alimento. Tierra es nombre de deseo. Y nos sabremos gigantes narcotizados por el viento.
¡Ingenuos!.